Mi sombra se asoma al pie de un árbol.
Escondida en una esquina,
me delata la pared de enfrente.
Agazapada bajo un banco de piedra
en el parque donde duermen vagabundos
y los tristes gorriones esperan sus migajas.
Se besan al amparo de mi abrazo los enamorados
y me esquivan los fríos huesos de los viejos.
Me escabullo ligera entre los ramajes
soy frescura vespertina
o clandestina noche.
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