Vislumbré en tu mirada la cegadora luz

 Vislumbré en tu mirada la cegadora luz
que tú veías y sabía que al entrar
en tus ojos irremediablemente
sucumbirías a su reclamo,
pues no hay hombre ni mujer
que la resista.
Caído en su abismo se abandona
esta humana cáscara
y vuela las alas de un espíritu.
Vi aquellos iris inundados de luz
y apartarse por su fulgor,
la frágil llama de la vida
dando paso a la muerte.
Nunca se olvida esa mirada,
penetrada por una intensidad
desmedida, inefable,
entregada carne al éxtasis,
se abandona en su lecho
y alcanza la paz eterna.
Esa mirada tan distinta a cualquier otra
abriendo velos, descubriendo su misterio,
mientras calmado y sin lucha
cerrabas tus ventanas y echabas las cortinas
de tus párpados,
dejando tu casa deshabitada
Tus manos asidas a otras manos
como fuerte raíces agarradas a la amada tierra,
se hicieron finos hilos de una madeja cortada.
Fueron tus ojos por un rayo atravesados,
un haz de luz que se perdía en lo más profundo
entrando en la noche más larga
y la más negra oscuridad
llenaba una estancia, ya vacía.

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