Van los sentidos
atentos a las esquinas
y a la vuelta se dan de frente
con sus propios ecos.
Raudos los pies no cesan su caminar,
apenas aprovechan
los remansos de este río,
que fluye impetuoso
en busca del mar,
sin advertir
el acelerado corazón,
el fin de su suerte.
Vierte restos en sus lenguas
transformando su ribera,
borrado rastros por otros.
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