Ha amanecido el día luminoso,
y poco a poco las nubes lo van cubriendo
con un fondo gris plomizo.
Qué bella sutileza deja sobre los espacios.
Los edificios adquieren una reposada luz.
Esta traslúcida claridad, este aire fresco
de vapor de agua suspendido
va preñando vientres de nubes
a punto de abrirse en canal
y parir la dulce lluvia de finas gotas.
Tanta descendencia hará charcos
entre los desnivelados adoquines,
se llenarán ríos y lagunas en los valles.
Sorberá el mar salado su dulzor
por breves segundos
y la fuente manará su transparencia
de sabrosa melaza.
Ha amanecido el día luminoso
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