Si esta envoltura no deja ver
la desnudez de este cuerpo.
Si su abrigo no nos alivia el frío
ni nos protege del polvo
que empaña nuestro mirar.
Si la arena que el viento arrastra
araña la piel hasta hacernos sangre.
¿Por qué nos engaña esta lucidez,
aprieta el corazón y exprime
lágrimas de hiel y veneno a la vida
en lugar de ser tibieza?
Si cubre un velo la clara verdad,
haciéndonos reales los falsos reflejos
la luz de un sol con sus juegos de sombras.
Si entre los sueños de esta locura,
pudiéramos restarle invierno a la primavera
y hacer de este páramo jardín eterno.
Si a la alegría de horas,
no le ceda el llanto de días.
Si los sentidos estuvieran libres
de un corrompido pensar
que nos lleva siempre al borde
de un precipicio.
Si no tuviéramos que esperar a la vigilia
para despertar,
ni a la oscuridad de la muerte para ver,
seríamos peces que nadan
en un inmenso océano
sin miedo a caer en la red,
ni ser presa fácil en las fauces
de un voraz depredador.
Si esta envoltura no deja ver
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