Siempre se queda una faena por hacer
al terminar el día.
Se pospone, quizá, para la mañana siguiente,
escrito en la agenda su hora, mes y año.
Siempre hay un poso que no se rebaña,
una cita incumplida,
el itinerario previsto del viaje
que fue solo al país del soñar.
Nos queda siempre
la posibilidad de convertirla en hecho,
rellenar el hueco o vaciar el vaso,
culminar y conseguir redondear la cifra.
Y un día cualquiera,
un día de tantos,
madrugada, amanecer,
cénit, ocaso del sol,
noche profunda negra o estrellada ,
dejamos en el aire un aliento sin retorno.
Quedarán ropas sucias en el cesto,
desorden en los cajones,
ventanas abiertas,
llaves olvidadas,
palabra pensada sin voz,
labor sin terminar,
bobina enredada con nudos.
Nos queda siempre
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario