Por qué reír se hace tan breve
y el llanto tan largo.
Por qué los días dulces saben a poco
y dejan por mucho tiempo
el amargor en los labios.
Por suerte son mayores los instantes
con la sonrisa a medias,
la lágrima fugaz,
la tristeza agazapada,
y la apariencia de un benévolo sueño.
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