Aquí en este templo
se respira solemnidad,
el murmullo de almas
buscando lo divino,
en los alientos que contienen
las piedras de los gruesos muros,
en los rezos enredados en las columnas
trepando hasta el ignoto cielo.
El orbe contenido en su bóveda
se sostiene sobre los ábsides
de una fe bondadosa
que nos deja ver su misterio.
En sus vidrieras están cristalizadas
las lágrimas liberadas en el perdón
de nuestros pecados,
dibujando haces de luz
sobre los espacios y el vacío.
Estos cristos y vírgenes,
estos santos y apóstoles
de rostro cetrino con brillo de cera
son alivio y miedo al castigo.
Entre sus brumas alumbradas
por las frágiles llamas de los cirios,
palpitan las promesas y gracias
que el fuego consumen.
Hay deseo agarrado a un paraíso
y miedo a la nada.
Aferrados a la tierra
que sangra y escupe bilis,
es mejor este infierno
que el eterno olvido.
Las manos juntas tratando
no rozarla para que no huya
en la desesperación,
la esperanza.
Aquí en este templo
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario