Cuando la palabra tiñe la pureza

 Cuando la palabra tiñe la pureza,
discurre su tinta el pensamiento,
la líquida emoción
deja parte de la verdad
y se interpreta.
Cuando el otro recibe
su eco, respira su humo
y, ajeno al fuego original,
prende mechas de un nuevo discurso.
La verdad se diluye, es gas
que se condensa
en la frialdad de sus nubes
y salpican a la tierra
sus gotas diminutas,
esparcidas, menguada agua virginal
que solo unidas las fuentes,
manantiales, pozos, ríos, océanos
y aire nos mostraría
un entera transparencia.

El mundo de las ideas,
el sentimiento que conmueve
y agita materia y espíritu
son relatos deformados,
atribuciones siempre imperfectas.
Sujeta queda la cometa,
anclada por nuestros engaños.
En un mar de incertidumbre,
echamos las redes,
recogemos algunos peces
del cardumen de la verdad.
Conforma su alimento frugal,
la boca se nutre con su reflejo.

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