Salir de la laguna,
saltar del nenúfar a tierra,
croar al mundo,
dar un breve rodeo
al territorio,
cruzarse con los vecinos,
los irritantes mosquitos,
las pesadas moscas,
la tranquila salamandra
que duerme sobre la piedra
dejando pasar la frenética
muchedumbre.
Se buscó la rana la vida
mientras el sol brillaba
en el cielo.
Al llegar la noche y cubrirse
de luciérnagas las sombras,
se deshizo el hechizo
y volvió a su ser acuático,
sumergida en las aguas
de los eternos sueños.
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