Navegamos todos
en este océano
dirigidos por el timón
de nuestro destino.
Algunos van en mejores barcos
con provisión de buenos
y abundantes víveres.
Muchos, sedientos,
beben agua salada;
otros, vacía la bodega,
se lanzan al mar.
Al arribar las naves a puerto
algunas llegan engalanadas,
la mayoría, sobre maderos
podridos.
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