La emoción es un paisaje.
El sentimiento recrea
un espacio
de calles amplias
con aledaños edificios,
casas angostas,
castillos y templos,
un bosque apretado
con troncos tan unidos
como rejas,
árboles frondosos
de copas abiertas hacia el cielo,
ramajes llenos de hojas
que se dejan atravesar
por infinitos rayos.
La emoción constreñida
por el lenguaje,
la palabra con sus silabas
penetrantes, ligeras,
el sustantivo abstracto
son imprevisible cosmos
que se expande
o punto que condensa
el todo.
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