Fuiste niña tragada por esta mujer,
niña callada y rebelde
alegre y enfadada.
Sonriente, llorabas a escondidas.
Niña de soledades infinitas,
bebes hoy los sorbos
de luz que a tu pozo llegan.
Te llenaste el estómago de sombras
y ahora debes vomitar
ese empacho.
Sube al cubo que te extrae
de su oscuro fondo.
Aquí, ya en tierra, te guardo
una estancia
con ventanas abiertas
por donde entran rayos de sol.
Juega con sus destellos brillantes,
duendes saltarines sobre las cosas,
suben por las paredes
y se esconden por los rincones.
Deja que te echen el lazo,
recobren tus cabellos su brillo,
vuelve a mirar el mundo
con aquellos grandes ojos negros.
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