Brilló un sol en su sonrisa

Brilló un sol en su sonrisa,
tras la espera, el corazón
estalló pletórico en el reencuentro.
Saltaba sobre una nube.
El espíritu, alegre,
danzaba sobre las horas:
el beso de buenas noches,
la paz de poder velar
sus sueños.
Los días tienen el capricho
de cambiar estrellas por soles,
alba por ocaso,
marcar con pertinaz pulso
en un calendario los meses,
dejar avanzar las semanas
hasta sonar la hora punta.
Arrastra el péndulo
las pesadas agujas de la rutina,
aguarda al anuncio de su promesa.

Otra vez sus campanas sonarán,
y volverán a poner distancia
entre dos puntos.
Alejarán del tierno roce
a unas manos,
y no poder decir al oído
vida mía, ¡cuánto te he echado de menos!,
ni sentir el abrazo de tu cuerpo
aún inmaduro,
la frágil materia de tu inocente
alma
cubierta por la coraza
de tu pureza.
Eres el reflejo del sol
sobre esta estancada agua,
alumbras con destellos
su fondo oscuro.

Dejaron en la laguna
tristezas, miedos,
desengaños y dolor,
vino la noche y trajo su soledad,
Ahora intenta retener la luz
de un fuego que busca en ella
su refugio,
abrazarlo entre estas frías ondas
que levantó la madrugada
y retenerlo al calor de su útero.

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