Por estas calles desiertas de densos muros

Por estas calles desiertas de densos muros,
corren los sonidos y reverberan
burbujas que explotan de golpe.
Estallan contra la piedra dura
con toda su rabia,
desparraman su fragor
en avalanchas.
Hay sonidos groseros
de motores y máquinas
que rompen el natural encanto
del silencio que ronda solitario
por las acostumbradas horas.

Las palabras forman una danza.
A ratos no llevan el compás
y a ratos, van tan apretados esos bailarines,
que no se distingue uno de otro.
Alguno sale del runrún
y lleva su ritmo aparte,
junta los pasos y compone,
con los sueltos fonemas ,
un movimiento claro y definido.
Apenas una o dos palabras saltan
de puntillas fuera del corro,
sin llegar a hacer una frase completa
ni saber qué dicen.
No son ecos que se vayan extinguiendo
con el tiempo, más bien
se agolpan en una sola nota,
agua que sale de un caño,
fuente que no siempre es arrullo
para la calma.
Una gota sale salpicada
y deja la huella húmeda sobre el suelo.
Pronto se seca y abandona la boca
para ser olvido en el aire.
Agradables risas y parloteo,
torpe vocabulario inocente de críos,
son hebras de una trama de colores suaves.

A veces son gritos que asustan,
gones fuertes de campanas
golpeando sus úvulas contra el bronce
y el alma se contagia de su gozo o pena,
según sea repique alegre de boda
o triste clamor de muerte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario