Aunque no tuvo suerte,
se sintió afortunada.
Ella es vacío y soledad de océano.
Quiso ser libre para el gozo
y fue cárcel de silencio.
En el lecho, cuando sus dedos la rozan,
siente que aún no está muerta.
Como reto con la muerte, saber si sigue viva
aunque la rodean brazos que callan
y el frío se instala entre las sábanas.
Ella abrió la jaula
echó los sueños a volar.
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