En clausura, vestida con el hábito

 En clausura, vestida con el hábito
de los quehaceres diarios,
en mano de la providencia,
regalada con los dones del destino,
entregada a la oración cotidiana,
con la fe puesta en su complacencia
y la gratitud por el cielo que me ofrece
entre los muros de mi celda.

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