Desde mis esquinas
siempre un horizonte pequeño,
un margen diminuto, reducido, modificado.
El vuelo de un ave,
el eco de un motor que se aleja,
gente anónima que camina
a lugares insospechados,
paredes de edificios colindantes,
ventanas de casas.
Desde mis esquinas,
entre bloques de pisos,
en cinco centímetros se dibuja un mar
y se recorta un cielo.
Vidas extrañas, sonidos amables y cotidianos,
niños que van y vienen de la escuela,
una calle que se pierde para la mirada.
Voces vecinas, críos que juegan,
un loco con sus demonios
atrapado en su cárcel.
Tras aquella ventana alta,
se presienten sus miedos
y se protegen los nuestros.
Desde mis esquinas,
Edificios que dejan un hueco
por donde transita la existencia,
trajín de horas y sus cadáveres.
Desde mis esquinas,
el escaparate de un local
que, cada cierto tiempo,
cambia de dueño y de artículos.
Desde mis esquinas,
una pared y, de soslayo,
un patio interior sin suelo ni firmamento.
Desde mis esquinas,
árboles que han crecido con el tiempo,
juntaron en oasis de bosque de ribera
para una autovía con su runrún indomable,
un monstruo que despierta cada amanecer
devorando el silencio que engendró la noche.
Balcones en hileras unos sobre otros,
floridos, abandonados, encerrados entre cristales.
Desde mis esquinas,
una farmacia, el dispensador de preservativos,
un bullir de idas y venidas,
de acordes y desacordes de palabras,
sonidos de claxon, ruedas que chirrían,
borrachos que cantan o gritan en la madrugada,
alborozo de jóvenes noctámbulos
de vuelta a sus prisiones.
Casas bajas con jardines vallados,
una calle enfrente y un palpitar excitante y decadente
según la hora del día y la noche.
Desde mis esquinas.
a un lado un árbol, pájaros que vuelan,
gaviotas y palomas posadas en los tejados,
mirlos que saltan de rama en rama,
nidos ocultos en su bóveda entre la maraña de hojas,
un patio pequeño, una puerta de garaje,
una valla enrejada,
un perro que duerme en su casa de madera.
Ya solo rondará su alma.
Al otro lado, un muro y otro patio,
un balcón enfrente,
trinos y un sol que avanza
y unas sombras que hacen ocaso,
noche oscura y nuevo amanecer.
Desde mis esquinas,
los tejados de una iglesia,
sobre la espadaña, una cruz de piedra,
un mar ondulado cubierto de musgo,
flores de apagado color y cruce de tejados.
Recortado en oblicuos ángulos, un cielo grandioso,
cambiante, renovado por los instantes,
calendarios y siglos sobre un cielo infinito,
un campanario que da llamadas a misa,
que anuncian el mediodía
alborozo de celebraciones,
toques de dolor en los sepelios.
Música y ruido que reverbera contra los muros.
Desde mis esquinas y sus horizontes,
todas ellas, pequeños universos,
límites para mis ojos,
infinito para mi mirada.
Desde mis esquinas
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