Acaba un año como se acaba un libro

 Acaba un año como se acaba un libro
y la historia continua
en el tomo siguiente
de la colección que se sabe cómo empieza
y nunca cómo termina.

Acaba un año del mismo modo
que acaba un día y comienza otro,
con sus capítulos y sus personajes.
Pasas las páginas y descubres
qué le sucede al protagonista,
el desarrollo de un relato
frase a frase construido,
sus miedos y angustias,
los sueños y esperanzas,
los logros y fracasos,
las futuras alegrías y sorpresas.
El incierto recorrido
a través de las palabras
sobre el papel se crea el destino,
sus actos y reacciones,
los lugares que transita,
los otros que le rodean,
ausentes en su existir,
imprescindibles en su trayecto.
Se escribe el texto, la situación,
el contexto, los imprevistos
y aquello esperado ocurre o no.

Acaba un año igual que acabó este instante,
avanzó la mañana y ya es la hora vespertina.
Ha cambiado la luz y las sombras reptan
por los tejados antes fulminados por un sol radiante,
ahora se oscurecen y pierden el brillo.
El rostro de ayer, aunque lo parezca,
no será ya el mismo,
a pesar de los muchos detalles acostumbrados.
Un lunar, un edificio, una plaza
con sus mismos árboles y bancos
y nombres similares
cayó una rama, nació una flor,
barrieron las hojas secas,
revolotean palomas bajo una mesa
del bar, comiendo migas recién tiradas.
Hallaremos futuros acontecimientos
perfiles distintos, anónima gente.
La porcelana se ha resquebrajado
y aparecen líneas sobre su superficie.
Se ha modificado un paisaje,
guarda similar aspecto aunque envejecido.
Esta hora ya pasó
el presente ya es recuerdo.

Acaba un año y nada permanece,
vivimos continua víspera y renacer,
finales y nuevos comienzos,
siempre capítulo uno y último.

Aunque parezca el mismo mar

 Aunque parezca el mismo mar
y sean sus aguas a veces,
esmeraldas, a veces, turquesas,
se hundan los pies
en su blanda arena mojada
para ser fugaz huella
borrada por la siguiente ola.

Aunque a los oídos llegue
su mismo eco,
la melodía sagrada y misteriosa
de siglos
y la suave cadencia de murmullos
de conchas y guijarros
arrastrados a la orilla.

Aunque sienta la piel las caricias
de sus manos sedosas,
nos rodee de bautismo y mortaja,
ofrezca la sal de vida,
olvidada en nuestros labios
y recorra todo el cuerpo
su carnal aroma
con la locura y pasión
de un viento de solano.

Aunque descubra sobre su horizonte
la belleza efímera
de sus amaneceres y ocasos,
dibuje un infinito alcanzable
y el arcano de un impenetrable abismo.

Aunque hoy esta dama solitaria y brava
de mirada fría invernal
entrega todos sus dones siempre renovados
en el fuego de sus entrañas,
se funden todos los ayeres y mañanas.

Ante los ojos que buscan con impaciencia
la memoria de un tiempo eterno,
recibe estas  perlas de brillante nácar,
recuerdos de juegos y risas infantiles.