Bullicio en la calle
mientras mi cuerpo descansa
en su lecho tibio.
La mañana se agita
entre voces que construyen
edificios deformes,
frases inconexas
de orquesta desafinada,
que, a veces, suena
con la nota perfecta.
Es como aroma de flores
la oscuridad,
donde los trasnochados
disparan en el silencio
sus voces ebrias de alcohol e insomnio.
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