Eres, me dijeron y lo acepté

 Eres, me dijeron y lo acepté
aunque aún no conocía las palabras.
Soy, me dije
y así caminé creyéndomelo.
Al tiempo y a aquel eco
les costaba unirse con mi propia voz.
Dudaba y creaba conflictos.

Desnuda frente al espejo
confronté su reflejo con mi carne,
mientras aquel era duro y frío
esta era blanda y cálida.
Quién soy, me pregunté en silencio
y, con mirada sincera,
abandoné la forma prescrita,
olvidé las líneas trazadas.

Ahora a quien me dice, eres,
amablemente le doy las gracias
pero, le contesto,
cómo puede saberlo
si yo no tengo claro quién soy.

Decidí dejar seguir el camino
alumbrado por aquel foco
y seguir la senda
con la claridad que mi luz mostraba.
Nada de conjugaciones,
ni prestados adjetivos
o cerrados conceptos,
siempre ser,
en infinitivo, a cada instante.

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