No puedes salir indemne
de este recorrido porque,
aunque la vida no te hiera demasiado,
deja cicatrices en el cuerpo.
La arena del camino
arañó tus ojos,
deformó la mirada
y agudizó olfato y oídos.
Vuelves de ese viaje
más confuso y desengañado,
más cansado y triste.
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