Estoy tan perdida
que no me encuentro
ni por venas ni arterias.
Recorro de norte a sur
la médula y no hallo indicios.
La hiel que destila mi vesícula
no muestra señales correctas
y el corazón insiste
con su respuesta monótona
no sé, no sé.
Estoy tan perdida
revolviéndome dentro
de una densa nube
sin saber si mi cabeza
está hacia abajo o arriba.
Estoy perdida y en peligro
como hormiga en medio
de una autopista llena
de tráfico caótico;
como un ovillo
de hojas secas y polvo
ante una calle larga.
Estoy tan perdida
que es como estar muerta,
andar entre vivos
en dirección contraria.
Tropezar con el tumulto
y no caer porque hay
una gelatinosa masa
entre mi cuerpo y los otros.
Perdida en el inmenso vacío.
Camino cada día
por el precipicio de mi conciencia,
aúllo a mi alma,
escucho a mi razón,
despierto a mis sentidos
y mi boca lame el aire
de sabor salado y agrio.
Mis ojos rascan la superficie,
mis manos atraviesan
el sudor que fluye
de mi desesperación.
Llevo un paso autómata
empujada por la corriente
que hace presión insoportable.
¡No hay salida! ¡No!
Aquí tienes mi carne
lacerada a golpes.
Durante un tiempo la sal curó,
hoy sobre la herida arde.
Mañana, ¿mañana?
No sé, seguiré perdida.
Estoy tan perdida
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