Paredes de algodón


Uno quiere protegerlos,
salvarles de cualquier abismo,
evitar sus caídas,
curar el dolor de sus fracasos.
Uno quiere beber sus lágrimas
y respirar sus desalientos,
librarlos de cuánto malo
les pueda acontecer por los caminos,
luchar contra los rivales
de la felicidad de sus días
y la paz de sus sueños.
Corregir con mis fallos sus escritos.

A estas alturas diviso mi impotencia,
conozco hoy mi endeble armadura.
Entregué al mundo sus alas
volar es su libertad sin garantía.
Si intuyo algún peligro, lo sufro
y acallo gritos de desasosiego.
Me aterran sus riesgos y errores.
Cumplida mi función, solo me resta
con el corazón en vilo
observar su vuelo desde la lejanía.

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