Lloro en la espesura azul del océano.
Mis ojos son peces nadando en sal,
su encaje de espuma cubre mi mal,
más glacial en el negro ardor de ébano.
Busqué amparo en los brazos de las olas
y mis lágrimas fueron acogidas
salumbre para curar las heridas
bajo la danza de grises gaviotas.
Sobre manto de bruma plateada
ondean lunas en cielo salado.
Un grito ahogado de graznido de ave
se fundió con mi alma desesperada.
Yace mi dolor oculto en su arcano
surca el mar mi alarido como nave.
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