Tengo puntos suspensivos en mi piel,
punto y coma en mis labios,
dos puntos que ordenan mi pensar.
Hago punto y seguido con mis pasos,
pongo coma al tiempo,
corchetes para proteger el rostro.
Ya no hablo con entrecomillado,
aunque me protejo entre paréntesis
y fijo el punto final cuando quiero.
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