El espejo


El espejo descubre mi rostro
y se sorprende de esos ojos
que le miran.
Cruzan por su cuerpo brillante
escamas de peces en un océano platino.
Invaden muecas de alas de aves nocturnas
la alcoba de sus sueños
de deseos prohibidos de mi memoria.
Son pesadillas de hormigas blancas
los puntos salpicados del dentífrico.
La noche se apaga tras este foco
y silencia esa boca que escupe
borbotones de espuma.
Calla también el espejo,
no me dirige la palabra ni me mira,
soy un intruso que irrumpe sin permiso,
ni hizo cola ante la mesa de esta fría sala
donde se extienden elementos de mi mundo
sobre su fondo insensible y ausente.
Aburridos funcionarios cumplen
rutinas de rígidos deberes,
rellenan documentos que no te eximen
del pago de una deuda con el tiempo.
Sella con tampones manchados de tinta
la estampa oficial sobre mi rostro.

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