Te quiero, porque me acompañas
en mis noches y días,
en mis pasos discordes,
las palabras entredichas.
Te quiero subiendo escalones
que nos llevan al ático
y bajando los dolorosos peldaños
hacia el oscuro y desordenado sótano.
Te quiero con el sí que nos dimos,
el no que gritamos, desolados, cubiertos
de forraje y escombros.
Llega la mañana barriendo las calles.
Estrenado el paisaje con las perlas del rocío,
el sol sube con ardiente abrazo,
quema en su hoguera lo indeseable
mientras el humo eleva a un cielo límpido y azul
nuestros anhelos.
Te quiero.
Y eso
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