Quisiera obtener de este manantial
agua clara y fresca,
beber del aire
los aromas de un tiempo en calma
y mirar el amplio horizonte
de estelas de nubes
que acarician el cielo
de un valle frondoso.
Oír la melodía de la tierra,
dejar atrás gritos,
el frenesí sin orden,
la cordura esquizofrénica.
Tomar sin norma los días
ahora que llega el otoño,
cargado de añoranzas
de hojas secas.
Reposar en una mecedora
los sueños,
salir al campo,
acariciar con renovadas alas
las flores,
libar la miel de la vida.
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