Hace remolinos de hojas secas
este viento cálido,
distraída, me embeleso
en su danza mística.
Una ráfaga dispersa
rompe la hermosa
coreografía,
lejos se aventura
una hoja solitaria.
Rueda por la calle,
la frena un tronco grueso,
se agita queriendo deshacer
esos hilos invisibles
que la aprisionan.
Viene otra ráfaga
y la eleva hacia el cielo,
da volteretas en el aire,
planea y cede a su masa,
cae sobre la firme tierra.
Un paseante,
ajeno a su devenir,
la pisa y queda pegada
a la suela de su zapato.
¿Quién sabe
si va herida
o muerta?
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