¿Recordarán las calles de mi infancia
mis huellas?
¿Estarán borradas por extrañas pisadas?
Aún los escalones seguirán siendo
fríos asientos,
dos,
doce,
siete, siete,
siete, siete,
hasta el cuarto piso.
El patio, el ojo de las escaleras,
la mirada furtiva,
las voces cotidianas,
las caídas y tropezones,
las señales y guías de sangre
de la piedra que hizo herida
hasta el refugio de su hogar.
El silencio,
y subir a oscuras
con la luz tenue encendida
en la puerta de tu casa.
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