Decían que nos parecíamos
aunque nos separaba una década.
Compartíamos la herencia en los rasgos
de la parte paterna,
matizados con detalles
venidos por la otra rama.
Hoy acabó su historia de vida,
puso punto y final a su novela.
Parió hijos con un hombre
que no la respetaba.
Murió el hombre y la dejó
joven y sola.
La vida a estas mujeres
les enseña a cuidar hijos
y después a una madre anciana.
Encontró en su madurez
una ilusión que el tiempo
convirtió en amor fracasado,
deshilachado cierre
de lo que pudo ser
un hermoso vestido.
De nuevo le traía la rutina,
luchar ahora con los nietos.
Apenas tres meses
le concedió la vida de prórroga.
Está bien que sea corto el sufrimiento,
la despedida rápida.
Su agonía, en soledad,
bajo el atento cuidado de extraños,
la mirada ajena,
el afecto y el calor de otra piel,
prójimo unido por el mismo sino.
Sigue tu senda a través del cosmos
donde no existe dolor ni consciencia.
Ser ligero de residuos,
de nuestros miedos,
angustias, dolor,
cansado vivir.
Ser partícula libre
sin las humanas ataduras,
Desde algún lugar
quizá nos mires
¡compadeciéndonos!
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