Destruye el tiempo imperfecto

Destruye el tiempo imperfecto,
el divisible y cronometrado,
pues el tiempo es sólo uno,
eterno, sin principio ni fin.
Si creemos que ya no existe
aquello que nos fue dado,
no es cierto, su memoria lo guarda.
Aquello que está por venir
ya estaba en su útero.
El ser entregado a esta vida
lleva un trozo de ese pan
desde el inicio de su viaje,
va cargada su mochila
con lo mismo que llevará de regreso.
Qué maniático deambular
por tiempos y modos,
entre pasados, presentes y futuros.
El tiempo es sólo uno, todo y partes,
un instante único,
un presente sucesivo,
que añora aquello que no ve
pero contiene,
y espera insaciable y desespera
lo que es ya suyo.
Son todas sus medidas
ilusorias,
relojes y calendarios,
absurdas sujeciones.

Tanto miedo da la muerte
que creemos que es el tiempo
el que la trae.
Huimos de ella inventando
distancias,
lloramos el ayer y soñamos el mañana
donde ella todavía no esté.
El tiempo todo lo abarca,
este existir es peregrino
que lleva a la muerte de compañera,
pues ambas caminan en su urna
llevando el mismo paso.

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