Vence la hora, no hay vuelta atrás

 Vence la hora, no hay vuelta atrás,
el universo decide.
Abierto el plazo para la salida
y mientras, guardar en la mirada
las nubes blancas que avanzan con decisión
llevadas por las manos del viento
sobre el cielo azul de este día.
Forzar los sentidos a retener
las efímeras sensaciones
hacerlas perpetuas en la recóndita isla
donde hallar siguiendo un mapa su tesoro.
Recorran ligeros los nervios sin polvo de olvido,
tracen sus senderos y los desvíos obligados
para volver siempre a esa estancia
donde se recrean las formas y los sonidos
recogidos al amparo en el rincón de la memoria.
¡Ah!, a veces amiga y a veces, caprichosa
juega al escondite,
aprovecha nuestra torpeza.

Mañana, desde otro horizonte,
abrir sus ventanas y al entrar un sol
se cubran de luz sus detalles,
mostrándolos nítidos con el mismo brillo
de todos los ayeres,
igual que este presente hará
uno más de los suyos.
Paisaje íntegro y generoso es la vida
encerrada en cada corpúsculo de este existir.
Ser peregrino que siempre halle
el cálido abrazo
y el amable hospedaje
para continuar el camino.

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