Cómo serán tus otoños y primaveras,
aquellos ceñidos de flores
y arroyos jubilosos,
estos sembrados de manto ocre
y verdes riberas.
No quiero soñarlos y que al despertar
caigan sus velos mostrando el rostro
del desengaño.
Recogeré cada día las voces musitadas
entre las sombras
y, al retorcer sus esquinas,
descubrir las risas de sus destellos.
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