Es tarde de siesta

 Es tarde de siesta,
en el silencio bulle la vida.
Había frescura en aquella estancia
de tabiques de cal y suelo de cemento.
En días luminosos de primavera
se perdían los pies entre retamas.
Alegre algarabía de cantos de pájaros
en las mañanas y, al llegar el cenit,
flotaba en el aire su zumbido,
melodía de la calma.
Es recuerdo indeleble
la impertinencia de su danza,
de soledad sin rejas,
abiertas las alas al gozo.
Juegan al incordio del sosiego,
revolotean a su alrededor,
rozan la oreja, se posan en la nariz,
suben por los brazos
huyen de la frente a la palmetada.
Corro de patio sobre tu cabeza,
anuncian el tórrido estío.
En sus alargadas sombras
buscan el cuerpo que dormita
al consuelo de la penumbra.
Y, concienzudas, siguen en su empeño,
las molestas,
juguetonas hadas de la memoria,
las moscas.

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