Son continuo tormento las púas de esa planta,
rozando la piel la hiere con sus puntas afiladas
hasta hacer lacerante estigma indeleble,
pústula que vierte
la podredumbre de los miedos
al terrible mañana.
Ella sufre hasta por el polen que suelta
la simple brisa,
teme que anuncia los desastres
de un gran huracán
y se encierra en sus tinieblas,
brumas que podría deshacer a brazadas
pues no son nubes negras todavía.
Erró el rumbo y se adentró por el sendero oscuro
de un apretado bosque
por donde ningún destello de sol
penetra.
De sus cabellos caen estas semillas
y hacen gran cosecha en esta tierra húmeda.
Crecen sin parar las sombras
rodeándola, torturándola días y aún más,
sus eternas noches.
Qué hacer se pregunta si este mundo
se ha convertido en un aterrador jardín
lleno de estos arbustos espinosos.
Bebe con ansia el agua
de las falsas creencias
y exprime el jugo de su sangre
convirtiéndola en desierto.
Con el corazón en la mano le aconsejo
que no escuche sus amenazas,
que es verdad que puede atacar por sorpresa.
Mas, si por desgracia ocurre,
sacar el veneno, curar la herida
y buscar el refugio de un oasis.
Son continuo tormento las púas de esa planta
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