Han buscado para su descanso la piedra del escalón de la espadaña, este mirlo negro y su pareja de pardos plumajes. Es época de celo, el macho se ha subido a la cumbrera del tejado, la seduce con graciosos giros de alas. Tienen el refugio en el hueco de una teja donde harán nido para su prole. Llenan el aire sus penetrantes gorjeos en la calma de la siesta. Ha bajado el bullicio de la mañana, recorren los espacios ecos de voces y el rugido esporádico del tráfico. Por el cielo pasa la fina línea blanca de un avión, como un gusanillo de seda mordiendo con sus dientes este reverberante azul del cielo. Van pasando los minutos, sigiloso avanza el sol y vierte por los rincones las sombras. Buscan la luz los pájaros y se recrean recibiendo el calor de un atardecer manso. El tiempo repite un ritual mientras el mundo renace a cada instante.
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