En este equinoccio de primavera

 En este equinoccio de primavera
la luz alarga sus dedos,
llega tardía la noche
y duerme un poco más el alba.
Es tiempo exuberante,
la tierra procrea una cosecha
de bellos colores,
el aire y sus vientos son menos
agresivos
y nos abrasan las llamas
de un sol ardiente.
El ímpetu de los carnales deseos
irrumpe el hermoso desierto de una playa
y se lanza a la caricia
de mar menos bravo.
En aquella soledad,
con estallidos de blanca espuma
penetra la despavorida avalancha
como potros salvajes
y siembran de pisadas la dorada arena.
La fuerza de su bramido
acalla el dulce mecido de las olas
y corrompe la pureza del silencio.

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