Hoy es día de mercadillo,
¡qué gentío hay en la plaza!
Los ojos curiosos recorren los puestos
atiborrados de cachivaches
y objetos pasados de moda.
Es universo para nostálgicos,
coleccionistas y caprichosos.
Ese juego lo tenía de pequeño,
aquel plato se parece a la vajilla de la abuela,
esta caja de madera tendrá por lo menos cien años
y aquellas de lata eran de galletas.
¡Ah, qué recuerdos!
Las monedas antiguas, los sellos,
tebeos y libros apiñados,
todo viejo, obsoleto, caduco,
de un ayer que resiste al olvido,
negándose a ser borrado de la historia.
Misales de cubiertas de tela roja y negra
tocados por temblorosas manos de beata.
Hay viejos relojes de cadena oxidados,
bajo el turbio cristal yacen sus agujas
como princesas de un cuento de hadas.
¡Qué beso les devolverá la vida
a estos momificados cadáveres!
¡Qué parte de la estantería ocupará
esa muñeca de porcelana!
Tan alegre está el ambiente
que se unen a la algarabía
las campanas de la iglesia.
Los corazones se encienden
con estos placeres sencillos,
beben la vida con estos sorbos,
como si el tiempo no pasara
y quedase en esta fluida urna
la dulce mezcolanza de pasado y presente eterno,
sacando trastos del desván de la memoria.
Hoy es día de mercadillo
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