Los días te roban la fe,
nada quedará protegido
por ninguna puerta ni candado.
Con astucia y avaricia
se llevarán todos tus tesoros
y tus manos suplicantes
quedarán vacías.
Tu mirada, antaño iluminada,
será estancia que se oscurece
en el ocaso.
Tu boca, jugosa y llena de verbo,
se volverá hueco profundo,
noches sin luna.
Del fondo de la garganta
saldrán aullidos de desolación.
Rondan fantasmas en la penumbra
Y, al compás de un tétrico baile,
recitan salmodias, conjuros de insomnio
con los cadáveres de nuestros sueños.
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