En el campo se multiplican aromas

 En el campo se multiplican aromas
de flores y frutos,
de retama y yerbas silvestres,
a tierra, a despertar sangre.
Por las calles, la ciudad se perfuma
de falsa rosa y almizcle,
café caliente, melazas de pastelerías,
recalentada fritura,
gases de motores,
tímida fragancia de alguna flor
recién brotada de ramas mustias.
Apenas la esparció el aire,
se perdió pegada en una mano
donde murió atrapada.
Huele a humo el alquitrán triturado
por el continuo roce del caucho
de las ruedas.
A urgencia y cansancio las aceras
machacadas de pisadas.
Por los ventanales de los altos edificios
salen hedores de burocracia.
Y muy apartados de ese trajín,
formando una sólida masa,
barriadas como colmenas
rondan en sus entresijos
olores a guisos y pucheros
que saborean bocas vacías.
En el campo una eternidad,
vida y muerte cíclica.
En la ciudad muerte
que persigue eterna vida.

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