En el campo se multiplican aromas
de flores, de frutos maduros, de retamas
y yerbas silvestres,
de arbustos, romero y albahaca
tomillo y yerbaluisa.
Huele a tierra y matacañas.
Despierta el cuerpo a su sensual impulso.
En la ciudad, hierven otras fragancias
de cuerpos juntos, café
y pan de horno recién salido.
Hay olores dulzones que salen de pastelerías,
fritangas de cocinas de bares,
un regusto amargo dejan en la garganta
los gases de los motores,
abrasa la pituitaria el ardor del asfalto.
Por los parterres el perfume
de alguna flor nos fascina
recién brotada entre las ramas del árbol,
ramas que parecían muertas en invierno.
En los campos un denso infinito,
en la ciudad aglomeración y urgencias
en aquel vida y muerte cíclica,
en este muerte que persigue vida.
En el campo se multiplican aromas
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