Vuelven a ser amables

Vuelven a ser amables
los rayos del sol,
ha barrido el suelo del cielo de nubes,
ni siquiera aquella remolona
de aspecto benévolo
se ha quedado
para ser admirada por su excepción.
Los días estiran sus brazos,
retienen durante más tiempo
la muchedumbre de sombras.
El ocaso de la tarde
asomaba pronto el horizonte.
Hoy calienta aún su fuego,
en estas horas
donde la penumbra hace apenas
unos días
se instalaba en las calles
bajo los pies de la gente
y veloz se imponía
su apariencia de fantasma.
La claridad entre los espacios
buscaba la oscuridad
en sus perfiles,
como el amado y la amada,
clandestinos cuerpos noctámbulos
creaban figuras sinuosas
de texturas opacas.
Es este ahora,
siempre impaciente por el después,
¡qué dulce la melodía
en este apacible contorno luminoso!
Hasta su noche será preciosa,
más llena de estrellas su firmamento
y una luna llena, de nuevo,
vestida de novia con blanco encaje,
retará en belleza a sus damas de honor.

Es real este sueño,
aunque asoma por un resquicio
su fondo oscuro,
el ojo mira tras su cerradura
y advierte el brumoso paisaje.
Sin embargo, aquí,
en este particular presente,
¡qué bello está el mundo!
 

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