Casi tres metros de cielo
son un mundo para los ojos.
Basta su pequeña holgura
para tener el tesoro de su regalo.
¡Es tan simple deleite mirar la vida!
Sobre un fondo pintado
varían los atrezos del escenario de los días.
Cielo oscuro cubierto de estrellas luminosas,
lunas mágicas, nubes prietas o de espuma,
soles de llama tibia o incendio desbocado.
Paisajes de luz y sombra,
turbio o claro cristal salpicado de sonidos
como gotas que marcan
una melodía acrónica
desde la fuente sensitiva.
Difíciles de plasmar el frío en las venas,
el fuego en la sangre.
Nuestro existir es corazón
que palpita sin tregua ni descanso.
Cómo retener al cuerpo
sin la ayuda del espíritu,
ese que se entrega a la quietud,
al goce presente.
Casi tres metros de cielo
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