Ya no puedo decirte
que no existen los monstruos,
que ese bulto entre las sombras
era una silla,
que el hombre oscuro,
la prenda colgada de una percha.
Ya no puedo decirte
que el Nemo de la pecera
fue a buscar a su hijo al mar
para nadar entre anémonas y corales.
Ni que el jilguero, que feliz
cantaba el día de ayer,
escapó de la jaula
para surcar con sus amigos
el inmenso cielo.
Ya no puedo decirte
que el viejecito que encontrábamos
en el banco del parque,
marchó tras las nubes blancas
a un país maravilloso
de valles y prados verdes y floridos.
Ya no puedo decirte
que el ratón no pudo traerte
aquel regalo que preferías
porque le pesaba mucho.
Que los camellos no deben llevar
demasiada carga
porque es malo para su joroba
y los trineos necesitan
ir ligeros de equipaje
para repartir los juguetes
en una sola noche.
Ya no puedo decirte
que todo tiene arreglo,
que el osito que te encantaba
se enamoró de otro osito
y de su amor nació este
que es muy parecido.
Ya no puedo decirte
curita nana, curita nana,
si no se cura hoy
¡se curará ya!, mejor que mañana.
Ya no puedo decirte
que todo lo arregla un beso,
el corte en ese dedito,
el chichón de la frente,
la tristeza del corazón.
Ya no puedo decirte
que el mundo es el bello
jardín de flores preciosas
y el hogar, el cobijo contra el lobo,
ni el cuento acaba siempre
con vivieron felices.
Ya no puedo decirte
más mentiras de príncipes y princesas,
que si te esfuerzas en la vida
consigues tus logros,
que los sueños se harán realidad
algún día,
que los malos siempre pierden
y la bondad tendrá su recompensa.
Ya no puedo decirte
que el deseo rogado
a esa estrella fugaz
te será concedido.
Ya no puedo decirte
que estaremos toda la vida juntos.
Pero puedo decir
que si el tiempo es eterno,
mi amor será infinito.
Ya no puedo decirte
que no habrá más mentiras
para proteger tu pureza,
imposible mantener tu mirada ingenua,
ocultarte el horror del mundo.
Ya no puedo decirte
que tú no descubras,
pues se abrió esa puerta
y las llaves cayeron al fondo del océano,
la cruel realidad muestra
su rostro de mil caras
y las tinieblas que intuyes
no son falsas sombras
de objetos cotidianos e inofensivos,
sino el semblante de la calavera.
Aunque puedo decirte
que tras las ventanas
divisarás a veces paisajes hermosos,
que dulces aromas rodearán
tu cuerpo impregnándolo de ternura.
Provocará la ilusión incendios,
algunos apagados por la lluvia,
mientras otros,
a pesar de días nublados,
seguirán luciendo fuertes.
Tendrás sueños que se cumplan
y deseos que no alcanzarás nunca.
Ya puedo decirte
que los miedos se alimentan de miedos
y atenazan voluntad y alegría.
Que el mal obtiene beneficios
y pronto se olvida el bien.
No permitas nunca
que la avaricia te posea,
que quererte no se convierta en soberbia,
ni te roben con engaños la dignidad.
Sé siempre libre en tu pensar íntimo
y tu voz alta y clara para la injusticia.
Busca y da belleza.
Ya puedo decirte
que la vida es arbitraria,
caprichosa, despótica
y el mundo imperfecto,
deforme, irregular.
Ese cielo que rogamos,
ese poder llamado Dios,
puedo decirte que es
la gran mentira de los adultos,
el mediocre resultado
de una necesidad,
la exégesis de un texto incomprendido.
Ya puedo decirte
que todas las historias
tienen el mismo fin,
y si hay un beso,
no habrá despertar.
Ya puedo decirte
que tarde o temprano
el fuego se sofoca,
la luz se extingue,
y te cubre la sábana de la nada.
Ya puedo decirte
que la muerte no tiene respeto
a nada ni a nadie,
sin miramientos da un zarpazo
araña, muerde, devora,
te tritura.
Ya no puedo decirte
ni siquiera la verdad,
porque ni yo misma la conozco.
Ya puedo decirte, amor mío,
mientras tenga brazos,
mis brazos te abrazaran,
mientras mi ser todavía respire,
todo mi aliento volcaré
para avivar el fuego y calmar tu frío,
hasta que seamos semillas,
volátiles partículas por el aire,
llevadas de la mano de la eternidad.
Entonces, quizá, conozcamos
nuestro verdadero rumbo.
Ya no puedo decirte
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