A ciegas

En este caminar a ciegas
de este viajar sin itinerario,
uno quiere saber
en qué estación se encuentra,
a qué hora sale el tren siguiente
hacia ningún lado.

Norte, sur, derecha o izquierda,
adónde irá a parar este solitario pasajero,
ni siquiera el maquinista conoce
el trazado de los raíles.
Nunca sabrá el viajero
si llenó bien la maleta.
Con lo mucho o poco partió,
envejecidas las prendas,
se fueron abandonando
por la ventanilla.
Llevadas por el viento,
quedaron enganchadas
sobre las ramas de los árboles.

Señales equívocas para próximos viajeros,
engañoso laberinto
donde los sentidos se confunden
e inventan sobre la marcha
la fe para este sinsentido.

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