Sobre un tiempo inmóvil
navegan nuestros segundos
y vamos náufragos sobre esta barquilla,
admirados de un océano imprevisto,
un firmamento que los ojos
no alcanzan, el abismo donde
se ocultan sus invisibles peces.
Y en la deriva, echar el ancla.
Antes de morir,
morirse en este infinito instante.
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