Por qué si el viejo árbol florece
cada primavera
y su tronco tiene bajo la corteza
madera húmeda,
ramas robustas y altas
siguen buscando el cielo,
cubiertas de hojas verdes
donde la lluvia juega con la luz
a hacer destellos brillantes
igual que estrellas en la noche.
Por qué entonces yo envejezco
cada día un poco más,
a pesar de que mis profundas raíces
buscan incasables la fuente
donde hallar el néctar de vida,
la frescura que no muere.
Hace tiempo que sus ramas
no echan flores
y ni en ellas anidan aves.
Dejaron de cantar sus hojas
con la brisa,
sólo tiritan ya con el viento.
La vida está aquí todavía,
¿por qué se niega a ser tierra fértil?
¿Por qué rechaza las gotas de lluvia
que resbalan sin quedarse?
No cala en mis entrañas
la alegría, cae de la comisura
de sus labios.
No se transforma la flor
en fruta jugosa,
sino que barre el aire,
una paja amarillenta
formando un triste y árido manto.
En el árbol está la poesía,
en mi cuerpo, la mortal materia.
Viejo árbol
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