Animal reinventado
por el uso de herramientas,
para creer en un mañana
confabuló con el tiempo infinito
y creó la ilusión de un reloj.
Diseñó para la eternidad un paraíso,
para la tierra, placeres a su medida.
Dueño de sus palabras
y sus pasos,
sentía merecidos sus logros,
víctima del castigo del destino,
héroe por sus sufrimientos.
Al mirar atrás se reconoció artífice
de un largo camino trazado,
otorgándose ese triunfo para la historia.
Nombró ídolos para sus conquistas
pero, ¡quedaron en el olvido tantos anónimos!
Todo fue sueño
de una ameba en una charca.
Dueño de sus palabras
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