Mundo

 Mundo,
te dejo que pierdas mi esperanza,
pero no la de la vida.

Si ven mis ojos el triste sino,
si cae en cautiverio la alegría,
si son los días un luchar constante
para adquirir un préstamo
que pagarás a alto interés;
si la realidad revela
la transparente oscuridad
que camina paralela a su paso,
dejaré el sueño de la promesa
de un mañana mejor,
perderé la confianza de niña
ingenua para adquirir
la máscara del desengaño.

Cuando dé todo por perdido
o lo poco que tenga
sea efímera riqueza,
aún, con ese regalo en la mano,
sabré que no podré protegerlo
y entonces te gritaré, mundo,
palabras de desprecio.

Mas no creas ser vencedor
pues muerta en mí la esperanza,
la esperanza seguirá en otros viviendo.

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